El despojo de tierras y la contaminación y desaparición de fuentes de agua producto del extractivismo plantea una situación diferenciada por género y deriva en riesgos para las mujeres y sus familias.
Ante esta situación, las mujeres se ven obligadas a desplazarse hacia otras zonas o ciudades para asegurar la provisión de recursos y alimentos para sus familias, exponiéndose así a la pobreza extrema, discriminación, explotación laboral, prostitución y violencia sexual (Naciones Unidas, 2014).
La imposibilidad de acceder a los bienes para el sustento debido a su contaminación o desaparición y la incompatibilidad existente entre las actividades extractivas y otras actividades productivas generan una pérdida drástica de autonomía económica para las mujeres.